Recuerdo irrelevante: Las afinidades y el trabajo
Durante mucho tiempo yo pensé que para fluir mejor con compañeros de trabajo y con clientes tendría yo que tener demasiada afinidad con ellos. De hecho, cuando entrevistaba gente para contratarla en áreas de mi responsabilidad, indagaba con el secreto objetivo que el individuo ideal tuviera fuertes afinidades musicales conmigo.
Hasta que un día de fines del 96 un hijoepu’ sumamente afin y cercano, a quien bauticé como el Conde Lamec, me jodió. Conocía mis hábitos, mis repulsiones, mis penas y cometí el error de revelarle información que en un trabajo simplemente debe de callarse.
A partir de ahí, las afinidades me siguen interesando y obviamente sigue siendo muy agradable entablar una buena conversación con gente afin.
Pero aprendí también a valorar a amigos y a mucha más gente a quien antes, en honor a la verdad, ninguneaba con arrogancia.
De veras, ya no soy tan mamón.

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