La mejor metáfora o símil de la burocracia que conozco son los vogones, unos seres ficticios creados por Douglas Adams para la sensacional The Hitchhiker’s Guide to the Galaxy, originalmente una serie de radio de 12 episodios de la BBC con muy altos valores de producción que después fue adaptado a una serie de libros, una serie de televisión y una película.
Los vogones se encargan de la mayoría de los trámites en el Universo y también son los encargados de las flotas de demolición que con frecuencia destruyen planetas habitados para crear vías intergalácticas.
Son los seres más desagradables del Universo. Su hígado hace las funciones de cerebro. Son malhumorados. No les importa si su abuela es devorada por alguna bestia. Se alimentan comiéndose a unos cangrejos pequeños, luminiscentes y bellos, a los que cocinan incendiando árboles frondosos. Acostumbran sentarse encima de unos ciervos a los que les destruyen la espina dorsal. Escriben una poesía horrenda que te hace vomitar y pensar en el suicidio.
En el planeta de los vogones es castigado el pensamiento. Quienes llegan a su planeta y se atreven a pensar son azotados en la cara por objetos en forma de pala que surgen de la tierra.
Son como los babosos de tierra pero con aspecto humanoide. La naturaleza se indignó tanto cuando salieron arrastrándose de los mares que no les permitió evolucionar más.
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