En las preparatorias de las ciudades siempre ha sido normal encontrar chavos rockeros. ¿Qué pasaba, en cuestión musical, en una preparatoria como la honorable y peroteña ESB General Manuel Rincón por ahí de 1980 a 1983?
No es resentimiento pues disfruté mucho de aquellos años pero, la verdad, musicalmente estaba muy jodida la cosa.
Haré una breve reseña del panorama de gustos musicales de mi salón de prepa.
En cuanto a las mujeres, sus gustos oscilaban entre Menudo, Juan Gabriel y la música disco, que para entonces empezaba a dar sus primeros coletazos de muerte. Me refiero al resto del mundo, porque en mi querido pueblo, por supuesto. Born to be alive seguía siendo un staple en la radio local y en las fiestecillas.
Después estaban los apáticos y apáticas a los que ni les gusta ni les disgusta ningún tipo de música, siguiendo con los jacarandosos, que nunca pueden faltar en Veracruz, y finalizando con los más aguerridos y folclóricos, que eran los aficionados a los Beatles, y a los cuales los podríamos dividir en tres grupos:
- Los sensibles, que tambièn eran fans de la Rondalla de Saltillo y Camilo Sesto.
- Los radicales, que no oían otra cosa mas que los Beatles y creían que a partir de la desintegración de los Beatles el rock había sido borrado de la faz de la tierra.
- Los progresistas, que consideraban que Creedence Clearwater Revival como lo único rescatable después de la separación de los Beatles. (Por cierto que esa afición por «el cridens, carnal» merece su propio artículo).
Con el tiempo me di cuenta que los fans de los Beatles son folclóricos por naturaleza, independientemente del ecosistema en que se desarrollen.
Por último, apartados, marginados y mal vistos por nuestros compañeros, familiares y guías espirituales, estábamos los que oíamos rock: mi amigo el Kiss, que ya empezaba a mostrar sus inclinaciones hacia lo guapachoso, Mauricio el Pelón que escuchaba rock principalmente por llevarle la contra a la gente, mi cuate el Munguía que nomás me seguía la corriente, Enrique Díaz el perro quien tenía varios discos interesantes, y su servidor.
Para entonces, el rock ya me había marcado y sabía, más o menos, cuál sería el soundtrack de mi vida.